miércoles, 10 de septiembre de 2008

Entrevista: Ing. Carlos Slim Helú

Quién es, cómo vive y qué piensa el hombre más rico del mundo

Entrevista realizada al Ing. Carlos Slim Helú, por Estela Caparelli, publicada en la Revista Época Negócios, núm. 6, del 1o. de agosto de 15 de 2007.

Entrevistamos a Carlos Slim, el empresario mexicano que desplazó a Bill Gates en el ranking de los billonarios. Con un pie en la vieja economía y otro en la nueva, no utiliza computadoras pero gana dinero como nadie lo hace en la era de la globalización. Su consejero es el futurólogo y amigo, Alvin Toffler.Estela Caparelli, en Ciudad de México
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Cuando el taxi ingresa al barrio Lomas de Chapultepec, pienso que no habría un mejor lugar en Ciudad de México para la casa y la oficina del nuevo hombre más rico del mundo, el mexicano de origen libanés Carlos Slim Helú. En “Las Lomas”, como se conoce la zona, grandes casas y edificios con las firmas de renombrados arquitectos mexicanos, como Luis Barragán y Ricardo Legorreta, fueron construidas en los terrenos más caros del país. En la calle Paseo las Palmas, se divisan por la ventana del carro los jóvenes ejecutivos, bien vestidos, que trabajan en las empresas vecinas de Slim, los bancos JP Morgan y Tokio-Mitsubishi. “El 736 es allí”, dice el taxista, señalando al edificio de tres pisos en el que está la sede del Grupo Financiero Inbursa, que abriga la oficina del empresario. El edificio nada tiene de especial. En el pequeño hall principal, piso y paredes de mármol. Cruzo por la recepción, subo dos tramos de escalera y me siento en un sofá de cuero, a la espera de una señal de la secretaria para llegar al hombre más poderoso de México, cuya fortuna e influencia motivan apasionadas conversaciones entre los mexicanos de todas las clases sociales. El gusto espartano sugiere que los decoradores no tienen influencia en este lugar, pero esa sensación de simplicidad se diluye cuando los ojos se posan en las pinturas y esculturas de la colección particular de Slim, distribuidas en el ambiente. Éstas constituyen una de las glorias personales del empresario, y ocupan todos los rincones y paredes. Trabajos de pintores como Van Gogh, Renoir y Diego Rivera dividen el espacio con La Primavera Eterna, una de las centenares de obras del escultor Auguste Rodin adquiridas por su mayor coleccionador privado, el propio Slim.

“ESO (SER EL MÁS RICO) ES IRRELEVANTE, NO ESTOY EN UN JUEGO DE FÚTBOL”


Me llaman para la entrevista y descubro que quien controla a Claro y la Embratel, en Brasil, despacha en una sala amplia y austera, de alrededor de 80 metros cuadrados. El lugar transpira su presencia. En el rincón derecho hay una mesa rectangular repleta de papeles y sin computadora. El empresario no utiliza ni nunca utilizó ese tipo de equipos. No lee documentos en pantalla, ni envía o recibe e-mails. Slim acostumbra decir que toda la información necesaria para tomar una decisión de negocios tiene que alcanzar en una hoja de papel. Pegado a la pared, cerca de la puerta principal, está un conjunto de sofás de cuero verde y un cenicero de cristal en el que descansa un encendedor, señal de la presencia de un aficionado de los puros Cohiba, de los que fuma al menos dos al día. A la par de los sofás, en un pedestal, la escultura Los Últimos Días de Napoleón, del escultor suizo Vicenio Vela (“Está ahí para que no se olvide de que es necesario tener siempre los pies en el piso”, dice una fuente cercana al empresario). En el rincón izquierdo, una pared repleta de libros con temas relacionados a historia, economía y su deporte favorito: el béisbol. Al lado está la mesa de reuniones ovalada, ocupada también por papeles. Cercando el lugar, oleos de pintores mexicanos como Gerardo Murillo y José María Velasco. La decoración refleja, a su modo minimalista, algunos de los principios torales del modelo slimiano de administración: practicidad, austeridad, adopción de estructuras simples e inversiones en activos rentables.

UN SEÑOR ENTRA EN LA SALA Y HACE UN GESTO AFECTUOSO. ES ÉL, SLIM.


Un señor de estatura mediana y gestos afectuosos, ingresa, finalmente, a la oficina. Es Slim. Tiene 67 años. Viste una camisa social blanca, con sus iniciales bordadas, y una corbata verde menta, sin saco. En la plática, el titán latino habla de su receta personal de administración, de la globalización y de temas como Brasil, redistribución de la riqueza, e incluso, de la felicidad. No rehusó responder una sola pregunta. Con buen humor, sentado delante de mí con el brazo apoyado en la silla que tenía a su lado, apenas endureció el tono al comentar el acontecimiento épico más reciente en su biografía: haber sido señalado, el mes pasado, como el hombre más rico del mundo, desplazando al fundador de Microsoft, Bill Gates, que ocupó por 13 años la posición cumbre en La lista de la fortuna de la revista Forbes. El hecho, anunciado por un respetado sitio Web mexicano de economía, Sentido Común, que sigue de cerca la evolución de la fortuna de Slim en la bolsa, provocó toda suerte de comentarios y atrajo una avalancha de atención indeseada. Una vez más, se abrió el debate sobre el virtual monopolio de Telmex, que posee el 91% de la telefonía fija en México. Se habló claro sobre la paradoja que significa la riqueza faraónica de Slim en un país con tantos millones de pobres. Una vez más se discutió sobre cuánto el empresario dedica a la filantropía, al compararlo con donantes generosos como Gates o Warreb Buffet, el tercero en la lista de Forbes.

En la entrevista, Slim insistió en desdeñar su nueva posición como el hombre más rico del planeta. “No recibí esa noticia, pero no tiene relevancia”, afirma con el semblante cargado. “No es una competencia, no estoy jugando fútbol”. Lo que le preocupa, afirma, es cuánto están invirtiendo sus empresas y qué pasa con ellas. Su principal desafío, explica, es utilizar la Fundación Carso y otros brazos filantrópicos de su grupo para combatir la exclusión y la pobreza, invirtiendo en salud, educación y empleo. El presupuesto es de US$ 10 billones en los próximos cuatro años. “Nadie se lleva nada de este mundo al morir”, afirma. “La riqueza debe ser administrada con eficiencia, probidad, eficacia y sobriedad”.

Existen atajos para entender la personalidad de un hombre que controla el equivalente a 7,5% del PIB de México (una comparación que, por lo demás, abomina). En primer lugar está el padre, un comerciante libanés que llegó al Nuevo Mundo, próximo a las convulsiones políticas de la revolución mexicana, a inicios del siglo XX. Al igual que su padre, Slim es un hombre de familia, que vive rodeado por hijos y yernos, en la vida y en los negocios. Como su padre, es un negociante obstinado, heredero de una tradición libanesa que viene de los fenicios, los primeros vendedores internacionales en el planeta. A diferencia de otros millonarios recientes, Slim no es un hombre moderno en el sentido tecnológico o cosmopolita de la palabra. Se formó en la vieja economía y sus ídolos empresariales son Warren Buffet – con quien aprendió en comprar a la baja – y Jean Paul Getty, muerto en 1976, coleccionista de arte y magnate americano del petróleo. Getty acuñó, en 1957, la frase que se hizo famosa por su melancolía: “Un billón de dólares ya no es lo que acostumbraba ser”. Slim descubrió a Getty aún joven, leyendo un reportaje en la revista Playboy.

ESTADÍSTICAS DE BÉISBOL

Anticuado al creador de los celulares prepago en México le gustan las cosas antiguas, como Sofía Loren y los boleros. Sus películas favoritas son Tiempos Modernos, de Charles Chaplin, y El Cid, un épico de capa y espada con Charlton Heston en el papel principal. Su simplicidad personal es legendaria: viste corbatas de su propia tienda, Samborns, y se divierte solo rehaciendo a mano las estadísticas sobre béisbol. No utiliza computadoras, aun cuando entre sus mejores amigos esté el científico norteamericano Nicholas Negroponte – padre de la computadora de US$ 100, a quien le prometió desembolsar US$ 50 millones para distribuirlas entre estudiantes mexicanos y de América Central – y Alvin Toffler, el futurólogo. Éste es una especie de mentor del empresario y de sus hijos, a quienes acostumbra ofrecer charlas domésticas, informales. A lo largo de la entrevista, en más de una oportunidad Slim se apoyó en las ideas de Toffler para explicar las propias, como al definir el nuevo mundo de los servicios creado por la tecnología y la educación: “Lo maravilloso de la nueva civilización es que se desarrolla y sostiene con el bienestar de los demás. A nadie más le conviene explotar a otra persona, a la pobreza”.

Hay una historia que cuenta Arturo Ayub, yerno de Slim, que ayuda a entender cómo la falta de información tecnológica es incapaz de embotar la astucia natural del hombre de negocios. Cuenta Ayub: “Yo comencé la Prodigy, un proveedor de Internet. Un día, llegué muy satisfecho a una reunión diciendo que teníamos 90 mil usuarios. Slim me preguntó: “¿Pero cómo, sólo 90 mil? Yo expliqué que teníamos un problema para expandirnos, porque no había tantas personas con computadora en México. Entonces, dijo: “¿El problema es que las personas no tienen computadoras? Entonces, les vamos a vender computadoras con facilidades”. De la nada, él creó un esquema para financiar computadoras en 24 meses, sin intereses, con cuotas debitadas a la cuenta telefónica. Te puedo decir que, hoy, Telmex es la mayor vendedora de computadoras en México. Vendimos, desde 1999, más de 1,3 millones de computadoras. Al comienzo de la promoción, vendíamos 3 mil computadoras por día”.

SLIM ME PREGUNTA: “¿SI TUVIERAS DINERO, QUÉ HARÍAS?”

Desde que el sitio Web editado por el periodista financiero Eduardo García lo puso en el tope del ranking de los más adinerados del planeta, Slim ha venido intentando minimizar las repercusiones de esa información. Ser el líder en la lista de billonarios significa sobre exposición y mala publicidad: una pésima combinación, en un momento en el que sus empresas preparan decisiones estratégicas para su expansión. Y si existe algo que puede sacar “al ingeniero” de sus casillas, afirman quienes lo conocen, es que le interfieran en su discreta y eficiente rutina de negocios. Sin embargo, le guste o no, la lista existe y en ella el valor de mercado de las acciones de Slim es de US$ 62,9 billones, superior a los US$ 56 billones de Gates y a los US$ 52,4 billones de Buffet, divulgados por la revista Forbes en marzo de este año (2007).

Si la medimos en activos, más que en cifras, la fortuna de Slim es impresionante. Controla o participa en más de 200 empresas, que actúan en sectores tan diversos como telecomunicaciones, minería, alimentos, servicios financieros y restaurantes. Los mexicanos acostumbran decir que es imposible vivir un día en el país sin comprar algún producto o hacer uso de alguno de los servicios de las empresas del Grupo Carso. En Brasil no existe nadie que sea tan remotamente poderoso. El banquero José Safra, por ejemplo, es el brasileño mejor ubicado en la lista de Forbes. Safra comparte la posición número 119 con ocho billonarios internacionales, dueños cada uno de ellos de una fortuna de US$ 6 billones. La fortuna de Safra, sin embargo, equivale a sólo el 0,3% del PIB brasileño, de US$ 1,77 trillones. Si alguien en Brasil fuera el dueño de 7,5% del PIB, la fortuna de ese superbillonario hipotético sería de US$ 133 billones – o 22 veces la fortuna de José Safra.

¿Cómo reacciona Slim a esta situación? “Estoy muy contento de que exista una empresa que, a partir de México, un país en desarrollo, haya creado una compañía transnacional como la América Móvil, que crea valor para los inversionistas y compite globalmente, con éxito, con los grandes del mundo”, afirma. “Es importante que la globalización pueda hacerse a partir de nuestros países, como la (empresa minera brasileña) Vale do Río Doce lo está demostrando.”

La historia de la extraordinaria acumulación de Slim comenzó en 1966, cuando él, con apenas 26 años, ya tenía lo equivalente, en la época, a US$ 400 mil, obtenidos con inversiones en la bolsa y apoyo del patrimonio familiar. En esa época, recién casado con Soumaya Domit Gemayel, con quien tendría seis hijos, se lanzó al mundo de los negocios adquiriendo empresas en el sector inmobiliario, de construcción civil y embotellamiento de bebidas. En las dos siguientes décadas, su grupo tuvo un crecimiento gradual, típico de los padrones mexicanos. En 1982, todo cambió. En abierto desafío al espíritu de manada, fue de compras en medio de una de las más severas crisis de la moderna economía mexicana. Mientras los inversionistas extranjeros y locales intentaban deshacerse de sus activos a cualquier precio, Slim hizo lo contrario: compró empresas de minería, tiendas minoristas, fábricas de cable y mucho más. Construyó, a lo largo de la crisis y de sus efectos, el mayor conglomerado económico del país – el Grupo Carso – que factura US$ 8,5 billones al año. Esa fue la primera fase de su metamorfosis económica. “Las decisiones que tomé en aquellos años me hicieron recordar la decisión que tomó mi padre en 1914, cuando en plena revolución mexicana, le compró a su hermano el 50% del negocio (familiar), arriesgando todo su capital y su futuro”, dice Slim al biógrafo José Martínez.

La segunda metamorfosis tuvo lugar en 1990, cuando en compañía de France Telecom, de la Southwestern Bell y de otros 35 inversionistas mexicanos, entró a la subasta de las privatizaciones y arrebató el control de Telmex, el gigante estatal de las telecomunicaciones. Fue así, por la escalada de la telefonía, que llegó a lo más alto del mundo internacional de los negocios. Sus dos compañías telefónicas, Telmex y América Móvil, juntas, valen 16 veces más que el Grupo Carso, con cuatro décadas de existencia. En 1991, cuando su nombre apareció por primera vez en la lista de los billonarios de Forbes, Slim era conocido apenas por unas pocas personas del mundo empresarial mexicano. En aquellos tiempos, manejaba un Thunderbird 1989 y tenía una fortuna estimada en US$ 2,1 billones. Ahora, 17 años después, domina el sector de las telecomunicaciones en América Latina, es un rostro conocido en todo el mundo y se transformó, muy a su pesar, en el hombre más rico del planeta.

EL LANZAMIENTO DEL PREPAGO EN MÉXICO FUE BAUTIZADO “PLAN GILLETTE”

Desde la infancia, Slim tuvo su vocación para los negocios estimulada por su padre, Julián Slim Haddad. Él es el quinto de los seis hijos del matrimonio de Julián con la mexicana de origen libanesa Linda Helú. Según su biógrafo, Slim fue, de todos los hermanos, el heredero de las habilidades paternas. Desde pequeño, observaba al padre comprar mercaderías en otros países y revenderlas en su tienda en Ciudad de México. A los 12 años abrió una cuenta bancaria con cerca de US$ 400. Con 16 años, compró sus primeras acciones del Banco Nacional de México, hoy controlado por Citigroup. Por exigencia de su padre, Slim comenzó a tomar nota, en cuadernos con tapa de cuero, del valor de sus movimientos financieros. Guarda esos cuadernos hasta el día de hoy. Al final de los años 60, mientras los jóvenes de las familias adineradas de México aprovechaban la vida en París, Slim comenzaba a construir el Grupo Carso.

MÉXICO NO ES CHINA

Al contrario de Gates – su socio desde el año 2000 en el portal de Internet Prodigy MSN –, Slim es, esencialmente, un empresario de la vieja economía que compró un pedazo lucrativo de la nueva economía. Además de no usar computadoras, no le gusta hablar inglés en público y no tiene un título de MBA colgado en la pared. Lo que diferencia este ingeniero civil de los demás empresarios, es su olfato poco común para encontrar buenos negocios y su habilidad para ponerlos en práctica. Slim es un estratega con un talento excepcional, sentido de oportunidad y claridad al lidiar con números. Si no fuera así, no habría conseguido forjar en México una fortuna de la magnitud de la que logró. La economía mexicana, aun cuando relevante, no es la mayor ni la más dinámica de América Latina, un continente a su vez secundario en la economía global. México avanza al paso de 3% al año, sin ofrecer las oportunidades creadas por el crecimiento galopante de 9% al año en China. El 49% de los 107 millones de habitantes de su población se encuentra en situación de pobreza estadística. No se trata de un criadero natural de billonarios.

Pese a todo, Slim es Slim. ¿Por qué? En parte, por la misma ayuda con la que contó Bill Gates para reinar en forma absoluta por 13 años en la lista Forbes: monopolio. Gates tiene a Windows, que funciona en más de 90% de las computadoras en el mundo. Slim tiene el mercado mexicano de telefonía fija en la misma proporción: exactamente 91%. Tanto Gates como Slim enfrentan competidores, pero ambos han conseguido mantener niveles elevados de control en sus mercados. La otra palanca, en la fortuna de ambos, es la bolsa de valores. Slim se benefició, en los últimos años, de una multiplicación casi bíblica en el valor de los papeles mexicanos. Su fortuna personal en acciones equivale a la mitad del valor de la bolsa mexicana, cuyo índice subió 49% el año pasado (2006). Es por eso que su fortuna creció más de US$ 20 billones en el último año. Gates también se hizo Gates impulsado por los vientos de la bolsa americana.

Si bien es cierto que los ingresos generados por el mercado mexicano de telefonía fija le ayudaron a expandir su imperio, también es verdad que no fue la única responsable por el crecimiento asombroso de la fortuna del empresario. La mayor evidencia de esto es América Móvil, la empresa de telefonía celular del grupo, con 125 millones de clientes y una facturación de US$ 22 billones. Comenzó como una división de celulares de Telmex y ganó vida propia en el 2000. Mitad de la fortuna del empresario viene del 30% de participación en la compañía, equivalente a US$ 32,6 billones. En el segundo semestre, las acciones subieron 26,5%, a causa del desempeño de la empresa, según la agencia Sentido Común. Eso fue el resultado de un tiro certero hecha en el pasado: la introducción de los celulares prepagos.

Hace 12 años, en una reunión con sus colaboradores, Slim presentó una propuesta para aumentar las ventas de celulares: “Vamos a lanzar el Plan Gillette”. Su idea era adoptar, en la telefonía, la lógica de la empresa norteamericana que vende el aparato para afeitar y luego mantiene cautivos a los clientes vendiéndoles las láminas. “Él me pidió que buscara un modelo prepago en el mundo, pero no existía nada en el mercado. Tuvimos que desarrollar la tecnología internamente”, dice Ayub, que en ese entonces estaba a cargo del proyecto. Con un producto accesible a los consumidores mexicanos, Slim se hizo del mercado. En 1990, la división de celulares de Telmex, que dio origen a América Móvil, tenía 35 mil clientes. Hoy, tiene 43 millones de usuarios en México, de los cuales 40 millones utilizan prepago. Con esto, Slim detiene el 77% del mercado celular mexicano, enfrentando, entre otros competidores, a la poderosa Telefónica, que actúa en el país con la marca Movistar.

Sus movimientos empresariales están orientados por un modelo propio de gestión, sintetizado por él mismo en una lista que contiene diez mandamientos. En ella, el empresario defiende estructuras simplificadas, austeridad en los gastos, osadía en las ideas y reinversiones en el propio negocio. En el transcurso de la entrevista a Época NEGOCIOS, agregó un 11° ítem a la lista: La importancia del espíritu de equipo y de funcionarios motivados. “Son las personas las que hacen las cosas posibles; personas interesadas, motivadas, que visten la camiseta, como decimos, y que saben que pueden alcanzar cualquier desafío propuesto”. Slim cree que una empresa, cualquiera que sea su tamaño, necesita la misma rapidez y flexibilidad que un pequeño comercio.
Su filosofía es la de empresas limpias y flexibles, con un mínimo de jerarquía necesaria para empujar el negocio. En ellas no hay lugar para estructuras corporativas pesadas, pomposidad y formalismos, sedes de lujo, séquitos de asesores y batallones de secretarias, beneficios para un grupo de directores y ejecutivos o modismos gerenciales. “Nunca tuvimos un corporativo”, afirma. “El corporativo muchas veces hace que los operadores trabajen para él, en lugar de hacerlo para las operaciones, para el cliente, para el mercado.” Si es necesario, el empresario habla directamente con los empleados de menor grado. Si un empleado de un nivel jerárquico más bajo lo llama para hablar de un problema serio, contesta la llamada. “Le gusta conocer las cosas directamente de la fuente”, dice alguien que lo conoce bien.

JOVEN, SLIM DESCUBRIÓ AL MAGNATE PAUL GETTY. LO HIZO SU ÍDOLO

El estilo Slim Nada tiene de presuntuoso. Trabaja en manga de camisa y dicen que siempre carga su agenda debajo del brazo, para recordar que es dueño de su propio tiempo. Cómo divide las pocas horas del día entre las varias empresas y fundaciones. “No divido el tiempo, nunca lo dividí”, afirma. “Algunas veces una actividad demanda más atención y entonces me vuelvo hacia ella.” Quiere decir: Ataca los problemas de frente, en el momento en que se presentan. En salas de la empresa hay cuadros que recuerdan que el tiempo es el bien más precioso de las personas y de las organizaciones. Sobre su responsabilidad como líder de la empresa, afirma: “Mi trabajo es pensar”. Slim trabaja diez horas al día. Temprano, sale de su casa en el elegante barrio Las Lomas, donde vive hace 30 años, y sigue en un Mercedes blindado hasta su oficina, ubicado a pocos minutos de allí. No tiene helicóptero particular, pero cuando necesita volar, utiliza una aeronave Cessna, de seis lugares, propiedad de Telmex. Cuando llega a la oficina, tiene la costumbre de hablar por teléfono o personalmente con sus hijos y yernos, o con Eduardo Valdés Acra, vicepresidente del Grupo Financiero Inbursa, sobre la rutina del trabajo. Le gusta estar al tanto de todo. Almuerza, usualmente, con algún invitado, en la sala de reuniones, a la par de su oficina, o en el salón museo que está en el mismo piso.

LA FÓRMULA FALLA

El “ingeniero” cree en ciclos y ser persistentes. En el período de las vacas gordas, afirma, es preciso mantener la austeridad, invertir en modernización y, con discreción, anticipar los movimientos de la competencia. Nada de acomodarse. En el momento de crisis, cuando los activos están devaluados, es hora de ir de compras. Esta segunda parte aprendió con Buffet. “Todos los momentos son buenos para quien sabe trabajar y tiene cómo hacerlo”, dice su regla número 9. Esta fórmula se ha mostrado correcta, pero no es infalible. Slim compró CompUSA en el 2000, una cadena americana de tiendas minoristas de computadoras que hoy se está encogiendo ante la competencia.

Hasta la segunda mitad de los años 90, Slim dirigía personalmente todas las operaciones de los grupos Carso e Inbursa, brazo financiero de sus organizaciones. En 1997, decidió alejarse del día a día de las empresas, después de enfrentarse a problemas de salud, consecuencia de una cirugía en el corazón. Al final del año siguiente, puso a sus hijos y yernos al frente de los negocios y se transformó en presidente honorario y vitalicio del grupo. Hoy, está al frente de una negocio eminentemente familiar en su estructura. Su hijo mayor, Carlos, 40 años, es presidente del Grupo Carso; Marco Antonio, 38 años, es director general del Grupo Inbursa; y Patricio, 37 años, es director de Carso Global Telecom, América Telecom y US Comercial Corp. Los yernos de Slim también ocupan puestos claves en los negocios. Arturo Elías Ayub es el vocero del Grupo Carso y director de Telmex. Daniel Hajj está al frente de uno de los negocios más rentables, América Móvil. Otra persona influyente en el proceso de decisiones es el sobrino Héctor, director general de Telmex. El primer escalafón de las empresas de Slim es totalmente controlado por hombres. De sus tres hijas, apenas una de ellas, Soumaya, trabaja con el Museo Soumaya, creado en homenaje a la fallecida esposa del empresario. En el primer equipo de ejecutivos del grupo hay sólo cinco mujeres, ninguna de la familia.

Los lunes, religiosamente, Slim reúne hijos y yernos a partir de las 10 pm en su casa para una cena. El menú es variado, casi siempre se sirve un plato mexicano como chile relleno (con queso) o quesadillas (tortillas de maíz con queso). La casa puede considerarse austera para el padrón billonario de la familia: tiene seis cuartos y una pequeña piscina. El único lujo son las obras de arte. Slim comparte el lugar apenas con su hijo mayor, Carlos, el único soltero. Insiste en decir que no tiene casas o cuentas bancarias en el exterior. En más de 40 años de negocios, jamás tuvo su nombre involucrado en un escándalo o denuncia. Los fines de semana, al hombre más rico del mundo acostumbra refugiarse en la naturaleza. Le gusta estar entre sequóias o contemplar el amanecer en Los Cabos, en la costa noroeste de México. “Es muy afectuoso, los nietos lo adoran. Saltan sobre él y brincan”, dice el yerno Ayub. Slim confirmó que está utilizando su tiempo libre para escribir un libro con la historia de la familia.

Cuando le pregunto si es un hombre feliz, responde rápidamente: “Creo que sí”. Enseguida, coquetea con la filosofía. “Sin embargo, la felicidad no es un estado, es un camino en que hay obstáculos, problemas”, afirma. “El camino de la felicidad existe cuando tienes claros sus principales valores y cuando eres coherente con ellos y consigo mismo.” Para Carlos Slim, ser feliz, a los 67 años, es sinónimo de estar con la familia, conversar con los amigos o caminar entre árboles. La entrevista está llegando a su final, la grabadora fue desconectada, pero solicita a un ayudante una carta que escribió en junio de 1994 a un grupo de estudiantes. En la carta, trata el tema de la felicidad. Lee, entonces, algunos trechos en voz alta. “El equilibrio emocional está en la vida interior… Es necesario evitar los sentimientos que corroen el alma, como envidia, celos, soberbia, lujuria, egoísmo, venganza, avaricia… No se puede vivir con miedos y con culpas…” Interrumpo y observo que en esa lista de la felicidad no hay nada material: ¿Una paradoja? Slim me responde con una pregunta: ¿Si tuvieras mucho dinero, qué harías? Hago una pausa y pienso cómo sería mi vida con la fortuna de Slim, sin embargo, antes que pueda responder, vuelve a la carga: “Si fueras casada, dejarías a tu marido, a tus hijos”. Respondo que no. El retoma: “Mi familia. Estar bien con aquellos que aprecio. Eso es lo que me hace más feliz. No es hacer bien las cosas o tener el reconocimiento de otras personas, ¿entiende?” Perfectamente, señor Slim.

“NADA ME LLEVARÉ CUANDO MUERA”

Dicha por cualquier mortal, esta frase es solo un cliché. En boca del hombre más rico del mundo, no lo es. En la entrevista exclusiva a Época NEGOCIOS, Carlos Slim cuenta como hace para lidiar con la transitoriedad de la riqueza y dice lo que es importante en su modelo de gestión y define la felicidad.

¿Cuáles son los puntos clave de su modelo de gestión?
Los principios no son nuevos. Tienen 40 años y están resumidos en un decálogo. A estos, acrecentaría algo fundamental: el equipo, las personas. Son las personas quienes hacen que las cosas sean posibles. Personas interesadas, motivadas, que visten la camiseta, como decimos. Y que saben que pueden alcanzar cualquier desafío propuesto. Es necesario que exista armonía en el grupo de trabajo, que los éxitos sean de todos.

En una oportunidad, usted dijo que lo “importante no es la riqueza, sino lo que se hace con ella”. ¿Qué pretende hacer con su riqueza en los próximos años?
Nadie se lleva nada de este mundo al morir. Entonces, creo que la riqueza debe ser administrada con eficiencia, probidad, eficacia y sobriedad para producir más riqueza. Uno de los frutos de la riqueza es la renta y es necesario hacer que exista redistribución. Eso existe por vía fiscal o por la remuneración salarial. Y, con un trabajo adicional, podemos avanzar en aquellas cosas que no son rentables, pero que son una inversión social. Es importante, por ejemplo, que la población esté bien nutrida, tenga buena salud, buena educación. Esas cosas no son rentables, pero son una inversión social. Entonces, estamos fortaleciendo nuestras fundaciones que, en el caso de Carso (conglomerado industrial que dio origen al Grupo Slim), tiene más de 20 años. El desafío que tengo hace cuatro o cinco años es tratar de combatir la exclusión y la pobreza a través de salud, educación y empleo. Ese es mi desafío.

¿Cómo divide usted su tiempo entre las iniciativas de filantropía y el día a día de sus empresas?
No divido el tiempo. Nunca lo dividí. Cuando alguna actividad demanda más mi atención, atiendo esa demanda. En relación a las empresas, en la que continúo presente es en la Ideal, que tiene como objetivo promover el desarrollo y el empleo en América Latina, por medio de la inversión productiva. También cuido de las fundaciones.

¿La Ideal tiene proyectos para Brasil?
Claro. No tengo un plan concreto en este momento, pero sentimos que Brasil tiene una fuerza extraordinaria, un potencial enorme. Creo que hay un gran número de empresarios notables, gobiernos que han sido consistentes en sus políticas económicas y crearon un clima adecuado para el desarrollo empresarial.

¿Cuál es la situación de los mercados brasileños en los planes del grupo?
Es de una importancia mayor. Tenemos inversiones muy importantes en Brasil, en un sector que también es de infraestructura: el área de telefonía. Ese mercado crece mucho y continuará creciendo. Por otro lado, Telmex está trabajando con la mejor tecnología para ofrecer más servicios y más competencia en todas esas áreas.

¿Cómo recibió la noticia de que era el hombre más rico del mundo?
No recibí noticia alguna. Eso es irrelevante. No es una competencia. No estoy jugando fútbol. Más me preocupa cuánto estamos invirtiendo y qué ocurre con nuestro trabajo, que una noticia como esa.

Sin embargo, con esas noticias, surgieron una vez más comentarios que dicen que usted se habría enriquecido a partir del monopolio de la telefonía en México.
Vea, todas las empresas del grupo enfrentan una fuerte competencia. ¡Todas! Hemos competido en todos los terrenos, como en la fabricación de papel, contra grandes empresas como Kimberly-Clark y Scott Paper. En el caso de Sanborns (principal cadena mexicana de restaurantes, que también comercializa productos electrónico, libros y medicamentos), tenemos la competencia de Wal-Mart, de Starbucks y de otros restaurantes. En el área de los cigarrillos, enfrentamos a la Britsh American Tobacco, que ustedes conocen muy bien en Brasil. Con la Tecel, en el área de los celulares, la competencia comenzó antes. Eso quiere decir que ellos tenían el monopolio. Telmex, nuestra empresa de telefonía fija, tuvo seis años de exclusividad, pero apenas en larga distancia. A partir de 1996 hubo mucha competencia. En larga distancia, competimos con las mayores del mundo, como MCI y AT&T. En telefonía móvil, vinieron gigantes como Verizon, Vodafone y Telefónica. Entonces, estamos compitiendo hace muchos años. En telefonía fija, como somos los único que atendemos los mercados C, D y E, tenemos el 100 por ciento. Sin embargo, en los mercados A y B existe una gran competencia, que será todavía mayor en el futuro.

Un documento reciente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la OCDE, dice que los precios de la telefonía en México son excesivos.
Nuestros precios son la mitad de los que existen en Europa. En países como Perú, Chile y Argentina, estamos en tercero o cuarto (en el mercado). Esa es la realidad. Es algo que se puede palpar. No estoy sugiriendo que crean en estos hechos. Sin embargo, cada vez que existe una fuerte competencia, critican al líder para tratar de regular (el mercado) asimétricamente, debilitarlo, amarrarle una mano o un brazo. Eso es algo que nunca pedimos en los países en que entramos: que le amarraran el brazo a la competencia.

Sin embargo, en México, hay una limitante: los extranjeros no pueden entrar con fuerza total en el área de la telefonía, porque están prohibidos de controlar empresas en el sector.
Eso ha sido interesante, porque a pesar de que existe la prohibición, le dan la vuelta ilegalmente. Operan con fondos (trust funds). Creemos que es irregular, que eso no debería ocurrir. Sin embargo, vea, no estamos en contra de la apertura. No nos hemos opuesto en los medios de comunicación.

Las personas observan la evolución de su patrimonio y la situación de pobreza en su país y se preguntan: ¿Cómo es posible que el hombre más rico del mundo esté en México?
No es en México, es a partir de México. Usted y las personas dicen en México, pero es a partir de México.

Entonces, a partir de México, ¿cuál sería su respuesta?

Bueno. Estoy muy contento de que exista una empresa – ojalá existieran muchas otras – que, a partir de México, un país en desarrollo, se vayan transformado en una transnacional, que compite globalmente y con éxito con los grandes del mundo. Y estoy contento que los inversionistas estén dando un gran valor a esta empresa, por la forma tan eficaz como se ha desarrollado. Además, que en lugar de estar absorbiendo otras empresas o endeudándose, haya seguido una política que favorece a los inversionistas, por medio de recompras o dividendos. Esta empresa, que valía cero hace 15 años y que ahora tiene un valor muy importante en los mercados, se llama América Móvil. El hecho de que se haga a partir de México o de cualquier otro lugar, no es importante. Lo que importa es que se esté creando riqueza. Yo no tengo cuentas bancarias, apartamentos o casas fuera del país. Nada me llevaré al morir. Entonces, el hecho de que en uno de nuestros países se genere esa riqueza es formidable. En Brasil, hay muchas cosas que se están creando, (grupos locales) están creando empresas fuera del país. ¡Que bien! Es muy importante que la inversión extranjera no solo fluya hacia nuestros países. Es importante que la globalización sea algo que podamos hacer desde nuestros países. Que bien que se esté creando riqueza en nuestros países. Un ejemplo es la Vale do Río Doce, que está en expansión. Es formidable. Espero que siga creciendo.

UN PIE EN BRASIL

Cuáles son y cómo están las empresas de Slim en BrasilPor Eduardo Vieira

América Móvil, controlada por el billonario mexicano Carlos Slim, posee apenas tres negocios en Brasil, pero son billonarios. Juntos, la operadora de telefonía celular Claro, la operadora de telefonía fija Embratel y la empresa de TV por suscripción Net (de la cual Slim posee el 49%) facturaron R$24,2 billones en el país en el 2006 (cerca de 12 billones de dólares), según un estudio de la consultora Teleco, especializada en telecomunicaciones. Todavía lejos de la facturación de Telmex y América Móvil en toda América Latina, que en el 2006 fue de US$36,8 billones. Sin embargo, las empresas de Slim constituyen el segundo mayor grupo de telecomunicaciones en Brasil, apenas atrás del grupo Telefónica. Los especialistas calculan que Slim debe haber invertido al menos US$10 billones en el país. Cuando comenzó a la sucursal de su imperio en Brasil, escogió a la telefonía celular como punto de partida. De 2002 a 2003, invirtió US$5 billones – entre adquisiciones de empresas, licencias e inversiones en infraestructura – para montar Claro, nacida a partir de la compra de BCP, empresa de telefonía con presencia en Sao Paulo. En el 2004, Slim compró a Embratel. En el año siguiente, la mitad de Net.

Aún con todo ese poderío, la situación de Slim en Brasil no es exuberante. Embratel oscila, desde hace años, entre el lucro discreto y las pérdidas ligeras. El mayor problema es Claro. Pese a disputar con TIM la segunda posición entre las mayores en telefonía celular, fue la única del sector que perdió dinero en el 2006. Fue el único de los 12 negocios de América Móvil en el continente que no tuvo ganancias. Dos son los factores que ayuda a explicar las dificultades. Primero: consumió mucho dinero para levantarse. Fue necesario consolidar cinco empresas regionales diferentes. Segundo: Claro fue una de las pocas empresas en la cual Slim tuvo que construir una marca desde cero. Después de perder para Telefónica la disputa por TIM, Slim tiene el ojo puesto en la Telemig Celular, operadora de Minas Gerais que se cuenta entre las empresas nacionales más saludables y estratégicas.

ALMAS QUE NO SON GEMELAS

El nuevo líder de los millonarios y su antecesor son muy diferentes, del gusto a sus orígenes


Carlos Slim Helú
Hijo de comerciante libanés y madre mexicana
Ciudad de México, México

67 años

Ingeniería Civil en la Universidad Autónoma de México

Viudo

Seis hijos

Como líder del consorcio que compró Telmex, compañía estatal de telefonía mexicana, en 1990

Transformó empresas en decadencia e invirtió en telefonía fija y celular

Es el mayor coleccionador privado de esculturas Rodin

Frecuentar buenos restaurantes. Una vez por semana reúne a los seis hijos y los nueve nietos para cenar


William Gates III
Hijo de abogado y directora de banco
Seattle, Estados Unidos
51 años
Abandonó los estudios de derecho en la Universidad de Harvard
Casado
Tres hijos
Con la popularización de Windows, creado por Microsoft, a inicios de los años 90
Mérito empresarial
Apostó al software, en un período en que el hardware era considerado más valioso
Estilo
Es considerado el mayor filántropo del mundo, con más de US$ 40 billones en donaciones
Ocio
Leer libros de negocios, jugar golf y bridge

PERFIL DEL IMPERIO DE SLIM


Cómo se divide el mayor conglomerado empresarial de América Latina

América Móvil
La mayor empresa de telefonía celular de América Latina, con 125 millones de usuarios. Su facturación en 2006 fue de US$ 21 billones y vale US$ 108 billones. Este año (2007), el valor de las acciones de la empresa creció 36,2%

Teléfonos de México
Controla el 91% del mercado de telefonía fija e domina las llamadas de larga distancia y los servicios de Internet. La facturación, el año pasado (2006), fue de US$ 16 billones. Su valor de mercado es de US$ 37,5 billones.

Grupo Carso
Conglomerado con actuación en el comercio minorista, shopping centers, autopistas, cigarrillos, construcción, minería y auto piezas. El año pasado su facturación fue de US$ 8,5 billones y vale US$ 9 billones en la bolsa

Grupo Financiero Inbursa
Incluye servicios bancarios, seguros e jubilaciones. En 2006 facturó US$ 516 millones. Su valor de mercado es de US$ 7,1 billones

Ideal
La niña de los ojos de Slim. Realiza obras en América Latina. Factura US$ 206 millones y vale US$ 4,5 billones

EL DECÁLOGO DE SLIM
Las reglas de oro del billionario

La fórmula del éxito de Carlos Slim la resume él mismo en una lista que contiene los diez principios básicos de su modelo de gestión. El decálogo fue presentado por primera vez a empresarios y socios en la celebrada fiesta de los 40 años del Grupo Inbursa, en diciembre de 2005. Slim asegura que su filosofía empresarial es, en gran medida, fruto de la influencia de su padre, el comerciante libanés Julián Slim Haddad. El principio numero 10, según él, refleja, su experiencia corporativa: “El empresario es un creador de riqueza que administra temporalmente”.

1.- Prefiera estructuras simples, organizaciones con niveles jerárquicos mínimos, flexibilidad y rapidez en la toma de decisiones. Las ventajas de la pequeña empresa es lo que hace que sean grandes las empresas mayores.

2.- Mantener la austeridad en tiempos de vacas gordas fortalece, capitaliza y acelera el desarrollo de la empresa. Así, se evitan ajustes drásticos en las épocas de crisis.

3.- Permanezca siempre activo e incansable en lo que se refiera a la modernización, simplificación y mejoría de los procesos productivos. Busque aumentar la productividad y competitividad, reducir los gastos y los costos, guiándose por las mejores referencias mundiales.

4.- La empresa no debe limitarse nunca a los parámetros del propietario o del administrador. Nos sentimos grandes en nuestros corralitos.

5.- No hay un objetivo que no podamos alcanzar si trabajamos unidos, con claridad en los objetivos y conociendo las herramientas disponibles.

6.- El dinero que sale de la empresa, se evapora. Por eso, reinvertimos las utilidades.
7.- La creatividad se aplica no solo a los negocios, pero también a la solución de muchos de los problemas de nuestros países.

8.- El optimismo firme y paciente siempre rinde frutos.

9.- Todos los tiempos son buenos para quienes saben trabajar y tienen como hacerlo.

10.- Nuestra premisa es de aquí, nada de lleva. El empresario es un generador de riqueza que la administra temporalmente.


Increíble...... Gracias Ingeniero.

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